Entrega de Reconocimientos “El Quijote” con motivo del Día de la Libertad de Expresión
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* Estoy convencido que quienes ejercen el noble oficio del periodismo, como formadores de opinión, forjadores de principios y valores, y constructores de identidad, representan ese faro de luz

* Desde la función pública para protegerlos o lo qué podemos hacer para valorar el esfuerzo que hacen en la misión de mantener viva una profesión que, ahora mismo, es considerada de alto riesgo, dijo el diputado Manuel Rodríguez

* En el ejercicio de la libertad de expresión o la libertad de prensa, ni libertinaje inmoral, ni mordaza de vieja escuela donde todo se controla desde el poder público

* El Dip Manuel Rodríguez González, reconoció la labor dentro del periodismo tabasqueño de don Guillermo Hübner, decano de los periodistas en la entidad

Fernando Olivas Ortiz

Villa Hermosa. Tabasco.-  El Dip. Manuel Rodríguez González, es uno de los políticos más reconocidos en la entidad por su labor que realiza como servidor público y también es un amigo de las reporteras y reporteros dijo Leonel Magaña,  durante la entrega de reconocimientos, que se entregaron a diferentes comunicadores  con motivo del Día de la Libertad de Expresión

Agrego el destacado Locutor y periodista que la entrega y estímulo  a grandes comunicadores e informadores es un reconocimiento a su labor que han realizado algunos durante toda su vida como es el caso de don Guillermo Hübner decano de los periodistas en la entidad.

En ese evento el  Presidente de la Comisión de Energía, de la LXV Legislatura de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, Dip Manuel Rodríguez González,  hizo entrega personalmente  de dichos reconocimientos  a destacadas mujeres y hombres  que tienen la función de informar de forma cotidiana, y emitió un emotivo mensaje, por su importancia publicamos integro el discurso.

Amigas, amigos.

Hoy es un día especial para celebrar, pero también para reflexionar en torno al rol que ustedes juegan en estos tiempos, tiempos en los que el vértigo noticioso abona, desafortunadamente, a la polarización y la confusión.

Tiempos, en los que la discusión pública que se filtra a través de los medios convencionales, las plataformas digitales y las redes sociales, particularmente en México está centrada en la confrontación de dos visiones de país totalmente contrapuestas.

Mucho se habla y también mucho se escribe. Unos, en una lucha permanente por mantener encendida la llama de la esperanza que significó la llegada del movimiento de la transformación, basado en un Estado de Bienestar.

Pero también otros muchos –debo admitirlo– aún proclives a todo lo que representa el pasado, ese pasado que estuvo marcado por una clase política que hizo del autoritarismo, la corrupción, la impunidad, la violencia y la censura, una norma y estilo de vida.

Aunque los contrastes entre ambas visiones son más que evidentes, no podemos dejar de negar que persisten inercias y resistencias en algunos sectores de la sociedad para terminar de dejar atrás todo lo que representan esas tres décadas y media de decadencia, debido a la aplicación de un modelo (neoliberal) que antepuso el pillaje y los negocios al amparo del poder público en beneficio de unos cuantos, sobre la atención y el progreso de las mayorías.

De manera lamentable, hoy vemos que gran parte de la discusión pública lleva implícita una tendencia a minimizar el sentido de la verdad. Muchos se inventan cosas.

Lo vemos en noticias falsas, las llamadas fake news que circulan por el ciberespacio; en la desaparición de los límites entre lo que es información y lo que es la calumnia.

Y en la absoluta pérdida de decoro, de vergüenza, de líderes políticos que han sido exhibidos en cosas innegablemente chuecas o de plano mintiendo, y en lugar de mostrarse arrepentidos, insisten sin el menor recato en sostener la mentira.

Su propio gremio es blanco de improperios. De la consigna totalitaria del “no pago para que me peguen” de los 70’s, 80’s, dictada desde el Estado como un elemento de intimidación, coerción y censura, hoy –en plena época de derechos y libertades– pasamos a la infame versión de que “a los periodistas no hay que matarlos a balazos…hay que matarlos de hambre”, esgrimida por un líder político innombrable, pero que es de todos ustedes conocido.

El Dip Manuel Rodríguez González, reconoció a don Guillermo Hübner

“Nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”, podríamos concluir, parafraseando al escritor y pensador Ramón de Campoamor, en el ánimo de encontrar un punto de equilibrio a una conversación mediática que lo único que está provocando en la gente es desinformación, miedo e incertidumbre.

Eso es lo que debemos ayudar a atemperar para no avivar la crispación social. Partimos de que vivimos en una sociedad plural, con consensos y disensos; no se trata de imponer un pensamiento único.

El reto es procesar esa pluralidad para que haya entendimiento y, aun en medio de todas nuestras diferencias, encontremos los puntos de aproximación, de coincidencia, para compartir metas comunes.

Y es precisamente en todo esto, donde ustedes tienen un papel clave. Estoy convencido que quienes ejercen el noble oficio del periodismo, como formadores de opinión, forjadores de principios y valores, y constructores de identidad, representan ese faro de luz que hoy mismo necesitamos para frenar la estridencia y encauzar de forma objetiva el debate público.

En medio de toda esta ola de descalificaciones mediáticas, infamias y diatribas, ustedes, los periodistas, están llamados a ser el sensor que va a permitir restaurar el diálogo abierto y franco, pero a partir de los principios básicos de la convivencia social: la tolerancia, el respeto, la prudencia y, sobre todo, de la verdad.

El periodismo, como bien conceptualizó en su tiempo don Manuel Buendía: “debe reflejar el drama y la alegría de la vida; los problemas, las obras, los sueños de las mujeres y los hombres, tanto en lo individual como en lo colectivo”.

La de ustedes, es una profesión apasionante, sí, pero como advierten los expertos, debe combinar emoción y conocimiento, para que cumpla el cometido que exige la sociedad.

Aquí hago una acotación, y la quiero hacer de la manera más respetuosa para todos: aunque estamos en una época en la que la tecnología nos ha facilitado el registro de sucesos al instante, que muchas veces suelen ser de interés informativo para las audiencias, no cualquiera puede decirse “periodista”.

La suya es una actividad que reclama rigor profesional, códigos deontológicos y sobre todo independencia. Para que quede claro y tomando una máxima de Javier Darío Restrepo: estos valores son al periodismo lo que la vista al cirujano. Sin ellos, es imposible la verdad en los medios informativos.

¿Qué demanda entonces la sociedad de este importante gremio? Demanda una prensa libre, con credibilidad, que informe sobre los asuntos que son de su interés y tienen que ver con el desarrollo colectivo.

En resumidas cuentas, que den plataforma a la voz ciudadana y la amplifiquen, pero sin distorsiones. Ustedes, amigos míos, también son servidores públicos, porque a través de informaciones y comentarios veraces, equilibrados y plurales, buscan el bien común.

Eso en sí mismo, es la esencia de la Libertad de Expresión: “el derecho a decir lo que pensamos, a compartir información y a reivindicar un mundo mejor”.

Podremos estar o no de acuerdo en muchos temas, eso es parte de la vida democrática y la pluralidad, –y además “donde todos piensan igual, nadie piensa demasiado” (Walter Lippmann)–, pero lo que es inadmisible, y creo coincidirán conmigo, es que se intente torcer la realidad, venga del lado que venga, sean ‘tirios’ o ‘troyanos’.

En la construcción de una sociedad abierta y justa, en la que todos podamos disfrutar de nuestros derechos, no tienen cabida las filias ni las fobias.

Es una falacia asegurar que en el partido que un servidor representa, MORENA, o en el régimen de la Cuarta Transformación que lidera el presidente Andrés Manuel López Obrador, le tememos a la crítica.

Por el contrario, somos firmes partidarios de las libertades, de la justicia, de la democracia; es más, la crítica misma es indispensable para hacernos mejores, visibilizar lo que en el pasado era invisible, y enmendar el rumbo; lo que no se vale, insisto, es mentir.

Nadie puede negar que hoy en México hay más libertad de expresión que nunca. Bienvenida sea la crítica si ayuda a hacer evidente la realidad; bienvenido sea el quehacer periodístico, con sus criterios, normas y valores, no a las arenas movedizas de la difamación en la que algunos han convertido el panorama de la información.

En el ejercicio de la libertad de expresión o la libertad de prensa, ni libertinaje inmoral, ni mordaza de vieja escuela donde todo se controla desde el poder público.

No tengo dudas que todos ustedes ejercen una labor apegada a los principios de objetividad, imparcialidad, veracidad y transparencia que son inherentes a su profesión. Valoramos por ello su compromiso y profesionalismo.

Ahora bien, soy un convencido de que también ustedes necesitan tener certeza de lo que estamos haciendo desde la función pública para protegerlos o lo qué podemos hacer para valorar el esfuerzo que hacen en la misión de mantener viva una profesión que, ahora mismo, es considerada de alto riesgo.

Para nadie es un secreto que el gremio, del que ustedes forman parte, afronta situaciones adversas; temas como la violencia o la precariedad laboral en la que desenvuelven su función, muchas veces viviendo al día, sin un sueldo decoroso, sin prestaciones mínimas ni esquemas de seguridad social, son el pan nuestro de cada día para la gran mayoría de ustedes y sus familias.

En lo referente a la violencia, contrario a lo que algunos argumentan, en México los ataques contra los periodistas no constituyen un fenómeno reciente. Aclaro: no pretendo con ello descargar responsabilidades, sí dar contexto a la problemática.

Según datos de organizaciones no gubernamentales, como Reporteros Sin Fronteras, desde el año 2000, al menos 153 periodistas han sido asesinados. Otra ONG, Artículo 19, argumenta que alrededor del 20% de estos hechos, han ocurrido en este sexenio. Condenable, desde la perspectiva que se mire.

Mi solidaridad con todos ustedes. Contener la escalada de agresiones, –coincido– es una tarea de las instituciones. Hay que insistir en la construcción de mecanismos que den garantías al buen desempeño de su labor, pero, sobre todo, protejan su integridad y libertad. En esto, no hay que quitar el dedo del renglón.

La foto del recuerdo con el diputado Manuel Rodríguez González

Hay que dejar atrás las promesas, pasar a la acción, con voluntad e interés genuinos. En el Tabasco y en el México de hoy no debe haber lugar para el miedo; en el Tabasco y en el México de hoy, consignar la realidad no debe ser pretexto para agresiones, acoso o amenazas; lograrlo, es una obligación que nos involucra a todos.

En ese sentido, dejo extendida mi mano para construir o dar cauce, con la guía de todos ustedes y sobre la base de sus propias experiencias, a una iniciativa de ley que contribuya a saldar esa deuda histórica que la sociedad tiene con el gremio, y tutele adecuadamente la protección al ejercicio de la actividad periodística y refuerce el derecho a la libertad de expresión.

No hay que olvidar tampoco que recientemente el presidente López Obrador anunció la creación de un fondo para apoyar a periodistas sin seguridad social.

Hay que tomarle la palabra a esta noble iniciativa que estará vinculada al Instituto Mexicano del Seguro Social, e incluirá pensiones y atención médica para el periodista y su familia.

Para costear este proyecto, el gobierno mexicano destinará a partir de este 2022 un 25% del presupuesto de publicidad oficial en medios, esto es, unos 760 millones de pesos anuales.

El fondo tendrá como propósito ayudar a comunicadores que no cuentan con prestaciones porque carecen de contratos y trabajan de forma independiente.

Amigas, amigos.

Devolver la dignidad al periodismo, como hace algunos años atrás sostuvo don Guillermo Hübner en uno de los tantos foros en los que ha participado, “es un compromiso vital con la sociedad, la libertad, la política y la democracia”. Los medios de los que forman parte ustedes, son elementos de fiscalización y tienen una función de contra poder, para inhibir abusos o injusticias.

No obstante, sobredimensionar esa legitimidad e influencia ante la opinión pública, o subordinar su actividad a los designios de un régimen o del poder económico, conlleva como riesgo desdibujar e incluso caricaturizar su función periodística.

Hay quienes afirman que “el periodismo es una herramienta para el progreso de la sociedad, para consolidar procesos democráticos y fortalecer estrategias de cohesión social e identidad”. Estoy totalmente de acuerdo con ellos.

Tendremos que esforzarnos más y tendremos que ser más inteligentes para enaltecer el periodismo, proteger a quienes lo ejercen y brindar la certidumbre económica que va asociada con el empleo. Un trabajo a la altura de sus expectativas, “no sólo da dinero, también da dignidad y un propósito”.

Saben que para ello cuentan conmigo en el presente y contarán también en el futuro. El propósito es comenzar a fincar desde ya, las bases y las condiciones que contribuyan a dar continuidad a los esfuerzos de transformación en Tabasco.

En el caso de ustedes, con algo básico, pero no menos significativo: dignificando su función y permitiendo que ejerzan con plena seguridad sus derechos.

Lo tenemos que hacer por ustedes, por sus familias, y también por Tabasco.  En mi tienen a un amigo, a un aliado, que hoy y siempre sabrá reconocer y valorar en todo lo que cabe la labor que representan como puente de comunicación con la sociedad.

Muchas gracias.

Dip Manuel Rodríguez González,  Presidente de la Comisión de Energía, de la LXV Legislatura de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

 


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