Vivo un infierno por mi homosexualidad y alcoholismo al grado de ser indigente y pensar en el suicidio

“Ustedes son los que escriben sus historias a través de mi pluma”: Columnista
Culiacán, Sinaloa. Hace algunos meses me abordó una de mis lectoras para compartirme parte de una desgarrante historia, autorizada por el autor principal de la misma, con la finalidad que pudiera ser tomado en cuenta para una entrevista en mi sección “PERSONAJES Historia de Vida”. Después de la conversación con la señora Dora Delia Mendívil Quintero, estilista de profesión, se acordó dar continuidad a este proyecto y días después sostuve una plática informal con el protagonista, Luis Raymundo Coronel Rodríguez, llegando al compromiso de escribir una reseña de sus memorias, acuerdo que no se cumplimentó debido a que recayó de nuevo en el alcoholismo, por lo que hubo necesidad de esperar a que estuviera sobrio, ya que su tomada es de pronósticos reservados.
Pero como dice el dicho “No hay plazo que no se cumpla ni fecha que no se llegue”, Luis acudió puntualmente a la cita”, preparado mentalmente para esta conversación y dejando muy claro el motivo de porqué quiso platicar algunos pasajes de su vida con la intención que fuera una referencia y sirviera de ejemplo para personas que son como él y trataran de enmendarse, intentando corregir o rectificar sus errores o defectos tanto en el ámbito personal como en sus acciones.
Por lo tanto, haciendo honor a mi frase “Ustedes son los que escriben sus historias a través de mi pluma”, esto es lo que dijo:

“Dios los bendiga, mi nombre es Luis, tengo 51 años y nací en Culiacán, Sinaloa, mis padres fallecieron; mi mamá cuando yo tenía 12 años y mi papá, hace 10 años, fuimos 6 hermanos (3 hombres y 3 mujeres), quedamos 5. Mi niñez la viví en Culiacán, pero no terminé el sexto año de primaria. Recuerdo que la época más feliz de mi vida fue cuando vivía mi madre, porque era mi escudo, mi todo, me sucedió lo contrario con mi padre, sabía que no era un niño común porque detectaba mi condición de homosexual y continuamente le decía a mi madre que salí así por culpa de ella porque me consentía demasiado, además me recalcó a cada momento que los hombres no se abrazaban, entre otras cosas. Tenía 11 años cuando descubrí mi atracción por personas del mismo sexo. Siempre le he preguntado a Dios, ¿por qué en lugar de gustarme las mujeres, me atraen los hombres?”.
“Al fallecer mi madre, mi padre me sacó de la primaria y me llevó a un rancho ubicado en lo más recóndito de la sierra colindando con Durango, para dedicarme a cuidar vacas y todo lo referente a las labores del campo, porque según él, así me iba a convertir en un hombre y no en homosexual, pero nunca le di gusto en nada, era una persona maltratadora, mucho menos recibir una palabra de cariño y comprensión. Su familia aprovechándose de su desamparo me trataban con la punta del pie, no era para ellos un ser humano sino un animal”
“Respecto a mis hermanos, nunca viví con ellos, pero hay buena relación. Recuerdo también que en la sierra había un grupo de soldados destacamentados en esa área, ya tenía 13 años de edad y uno de ellos como de 30 años, me pretendió y nos enamoramos, fue mi primera relación sexual, nos convertimos en pareja, pero al mes los cambiaron a otra parte…y para que lo recordara siempre, me dejó uno de sus uniformes y jamás volví a verlo”.
“Como a los 16 años empecé a vivir en el monte, acompañado solo de mi arma donde me enseñaron a sembrar todo tipo de cosas para sobrevivir. Empecé a juntarme con personas mayores, como que me sentía más cómodo, ahí inició mi gusto por el alcohol porque en el trago encontré tranquilidad lo que hasta la actualidad sucede. Probé todo tipo de drogas por un tiempo, pero no me convencieron a pesar de que andaba en el medio”.
“Como a los 17 o 18 años de edad, dejé a la familia que me daba una vida miserable y a invitación de un pariente, me trasladé a otra parte de la sierra donde me independicé cambiando mi vida radicalmente. Al tiempo, tuve una relación prohibida con una persona que me llevaba muchos años, que fue mi pareja a escondidas y todo iba muy bien hasta que nos descubrieron, lo que generó un gran escándalo motivo por el cual asumí huir nuevamente porque había indicaciones que me mataran, regresando a Culiacán, creyendo que estaría seguro, pero me di cuenta que me seguían buscando por lo que tomé la decisión de trasladarme a otro estado, ya con 20 años de edad, pero hasta el tope metido en el alcoholismo. Opté por irme de “mojado” a Estados Unidos, pero el vicio no me permitió cumplir con los trabajos, por ejemplo, el de cocinero, que es una de las cosas que se me da muy bien, también la herrería. Luego tomé la decisión de irme a la Ciudad de México a estudiar como estilista hasta que terminé el curso, pero igual, el alcoholismo seguía siendo mi acompañante fiel, atrapado en sus garras”.

“Ante esta situación, emigré a Ciudad Juárez, donde me prostituía para poder salir adelante con mis necesidades y ahí conocí a mi pareja con el cual estuve aproximadamente 6 años, pero la relación se destruyó por mi alcoholismo. En la frontera estuve viviendo como 16 años, hasta que nuevamente me regresé a Culiacán, viviendo como indigente por un año, como pertenencias solo mi cobija y el aguardiente barato “El Costeño” que compraba con lo que recaudaba pidiendo limosna”.
“Desde hace 16 años vivo en Culiacán, y al parecer Dios escuchó mus suplicas, “al poner en mi camino a la señora Dora Delia Mendívil Quintero, estilista de profesión y una gran persona, que hasta la fecha se ha convertido en mi Ángel de la Guarda, en las buenas y en las malas, al pendiente de mí, de mis constantes recaídas…y ahí está ella…siempre para mí…Dios te llene de bendiciones Dora, tanto a ti como a tus hijas y a quienes me han tendido la mano cuando más lo he necesitado”.
COLUMNISTA: Luis, para finalizar esta conversación, reiteró que la intención de dar a conocer públicamente su desdichada vida es para enviar un mensaje a la generación de hoy, a la juventud, para que lean y analicen su vida. Que piensen en las consecuencias de lo que les puede suceder. Ser homosexual no es sinónimo de alcohol. Actualmente hay más libertad para que cada quien haga su vida como le parezca, pero nunca llegar a estos extremos.
