El regreso a las buenas costumbres: prácticas del pasado que cuidaban el planeta
* Las compras se llevaban en canastas de mimbre o en “cucuruchos” hechos con hojas de periódico
* Como decían nuestras abuelas, “lo que se cuida, dura”. Es hora de escucharlas y actuar.
Por Fernando Olivas Ortiz
Nezahualcóyotl, Edomex. – Fecha: 6 de julio de 2025. En un mundo donde el cambio climático y la contaminación por plásticos son temas urgentes, las generaciones actuales miran al pasado con nostalgia y sabiduría. Hace 60 años, nuestras abuelas y abuelos practicaban costumbres que, sin saberlo, eran amigables con el medio ambiente. Hoy, cuando el daño de las bolsas plásticas y los desechables es innegable, urge retomar esas tradiciones que no solo reducían residuos, sino que también fomentaban una conexión más consciente con lo que consumimos.
Un viaje al mercado sin plásticos
Ir al mercado era toda una experiencia. Nada de bolsas plásticas: las compras se llevaban en canastas de mimbre o en “cucuruchos” hechos con hojas de periódico. Para los huevos, se usaba una canasta especial que los protegía sin necesidad de empaques desechables. Las tortillas, por su parte, se envolvían en servilletas bordadas, muchas veces hechas a mano, que daban un toque de calidez al hogar. Incluso el pan se envolvía en bolsas de papel, y las galletas se compraban en la tiendita envueltas en papel de estraza, un material biodegradable que hoy parece un lujo sostenible.
Recipientes reutilizables: la norma de antaño
El concepto de “usar y tirar” era casi inexistente. Para comprar crema, manteca o leche, las familias llevaban sus propios recipientes. El lechero pasaba por las casas y llenaba los cántaros o jarras que cada quien proporcionaba. Los refrescos, en botellas de vidrio retornables, eran devueltos al vendedor para su reuso. Incluso el agua se llevaba en termos reutilizables, una práctica que hoy intentamos recuperar con los cilindros metálicos. Estas costumbres no solo reducían desechos, sino que fomentaban una economía circular sin que nadie lo llamara así.
Vida cotidiana sin desechables
Las abuelitas también tenían sus secretos para cuidar el planeta. Los portaviandas, esos ingeniosos recipientes de metal apilables con agarradera, eran el medio para enviar comida a los abuelos sin generar basura. Los pañales de tela, lavables y reutilizables, eran la norma antes de que los desechables invadieran el mercado. Hasta los juegos infantiles eran sostenibles: los niños creaban sus juguetes con lo que encontraban, desde palos y piedras hasta cajas de cartón, sin depender de plásticos masivos.
Un llamado a volver al origen
Estas prácticas, que hoy parecen novedosas, eran simplemente la forma de vivir de hace unas décadas. Sin embargo, con la llegada de la cultura del “usar y tirar”, hemos retrocedido en nuestra relación con el medio ambiente. La buena noticia es que el cambio está en nuestras manos. Volver a llevar bolsas reutilizables al mercado, usar recipientes propios para comprar a granel y preferir materiales biodegradables son pasos pequeños pero poderosos. Las modas regresan, y con ellas, la oportunidad de recuperar lo mejor del pasado para construir un futuro más verde.
Retomar estas costumbres no solo alivia la carga sobre el planeta, sino que nos conecta con una forma de vida más consciente y comunitaria. Como decían nuestras abuelas, “lo que se cuida, dura”. Es hora de escucharlas y actuar.