Calavera atrasada de Felipe Rodríguez Aguirre
Un líder que no conocía límites, que llevaba la lucha del Campo mexicano hasta los corazones de Centroamérica
Felipe no cabía en mapas ni en fronteras,
de Oaxaca a Hidalgo, de Puebla a Morelos,
la cuna de Zapata le ardía en el pecho,
y su voz de trueno cruzaba los cielos.
En El Salvador lo lloran con pupusas y café,
en Guatemala, con marimba y memoria en pie.
¡Tierra y libertad!;, gritaba sin descanso,
y hasta la parca se paraba a escuchar su discurso.
Pero llegó la huesuda con su guadaña filosa,
y en plena gira internacional lo invitó a la fosa.
No me voy sin terminar mi pliego petitorio!
dijo Felipe, y en el panteón armó su territorio.
Ahora en el inframundo hay plantón transnacional,
espectros salvadoreños, guatemaltecos en coral.
¡Felipe vive!;, gritan desde el Más Allá,
y la muerte, resignada, le presta su megáfono ya.
