Las carreras de caballos se concatenan con los corridos muy mexicanos
* El Moro y La Mora, aniversario de la famosa carrera de caballos realizada en Alhuey, Angostura, conocida a nivel internacional
* En el periodo de la Revolución Mexicana (1910-1920), que fue cuando tuvo su esplendor el corrido
* La carrera fue transmitida por canal 12 de Telemax y narrada por Jesús Gerardo y Crescencio Montoya, este último, después de la carrera, compuso el ahora famoso corrido de El Moro y La Mora
Melchor Óscar Ávila / Rafael Báez
Culiacán Sinaloa, México. Es histórica la tradición mexicana por las carreras de caballos, y nuestro estado no es la excepción, debido al origen rural de sus habitantes, pero, sobre todo, en las generaciones de nuestros padres y abuelos.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la música mexicana se desarrolló de manera formidable gracias a dos hechos; por una parte, los músicos llamados “cultos”, hasta entonces escasos, se multiplicaron, y llevados por un verdadero frenesí de creación, empezaron a producir grandes cantidades de óperas, romanzas, polkas, valses, marchas y canciones, lo mismo que importantes tratados y métodos musicales; por otra parte, proliferaron los conjuntos de cuerdas pueblerinos, (entre ellos el mariachi jalisciense) y los cancioneros de feria, popularizaron enormemente los corridos.
Fue en 1896, con la edición de dos piezas del compositor Miguel Lerdo de Tejada, cuando se logró la auténtica popularización de un autor mexicano, quien se convirtió en la primera gran figura en el campo de la música mexicana; entre sus obras se cuentan canciones, polkas, mazurcas, valses, entre otros. Dentro de la música popular mexicana, ha sido el corrido la forma pionera por excelencia y es este género acompañado preferentemente por guitarras. Se tiene conocimiento del tema, La Pulga, del compositor José Quevedo, por el año de 1821, siendo su autor quien la clasificó como corrido. Coinciden algunos investigadores como (Mendoza, 1954) y (Stanford, 1974), que los orígenes del corrido se remontan desde cuando los soldados de Cortés trajeron con ellos, La Carrerilla o también llamado Corrío Andaluz, una forma musical de la cual derivó el género lirico y narrativo conocido como El Corrido Mexicano.
De esta manera, el Corrido se vincula con el romance español del siglo XV, del cual la carrerilla, es una manifestación al igual que la jácara. Cabe señalar que esta última, es casi siempre octosilábico en su estructura poética, al igual que el corrido en la actualidad. También se le relaciona con las decimas tradicionales del siglo XIX; Mendoza, uno de los folkloristas más importantes de México, encontró citas acerca de corridos en crónicas escritas en 1592, y otras de 1648. El corrido, es en compás de dos cuartos, lento o rápido, pero se popularizó en ritmo de vals -en tres cuartos- aunque con una acentuación muy particular, que es el que le da su toque distintivo, y es que, en el periodo de la Revolución Mexicana (1910-1920), que fue cuando tuvo su esplendor el corrido, estaba de moda en Europa este ritmo, que constituyó toda una época dentro de la llamada música “culta”. Como sucedió en la España medieval, con Los Juglares quienes eran personas que viajaban por distintas regiones, llevando las noticias y hazañas de personajes como el legendario Cid Campeador, las cuales convertían en canciones que interpretaban acompañados por instrumentos, como el Laúd (precursor de La guitarra española), y a su vez, plasmaban en hojas de papel, para que fuesen aprendidos por personas de diversos lugares.
Así también, la Revolución Mexicana inspiró lo más notable en el gran repertorio de corridos mexicanos. En esos años la gente ansiosa por plasmar en ellos los acontecimientos de la vida nacional y en ocasiones lo hacía en formas de parodia como la popular Marieta, con la tonada de la polka francesa titulada Mariette, la cual data de 1910, siendo sus autores Sterny y Courquin.
Se pueden encontrar temas como Las Mañanitas Mexicanas, y El Abandonado, La Cama de Piedra, La Valentina, La Adelita, La Cucaracha, Adiós mi Chaparrita, La Borrachita, Nunca, Nunca, Nunca, de Ignacio Fernández Esperón, (Tata Nacho), y los corridos dedicados a Emiliano Zapata, Pancho Villa, Benjamín Argumedo, Venustiano Carranza, entre otros.
Así como también a la Carabina 30 30, los inseparables compañeros de batallas; Los Caballos, entre los cuales están: Caballo Prieto Azabache, El Siete Leguas, El Grano de Oro, entre otros, según comenta, el investigador (Morales, 1981). Mención especial tienen los corridos dedicados a batallas que fueron inmortalizadas en voces y guitarras del pueblo como: La Toma de Zacatecas, El Triunfo de Torreón, Corrido de la Revolución, Corrido del Norte y La Toma de Ciudad Juárez.
Recordar caballos que fueron famosos por acompañar a generales, guerrilleros, revolucionarios, y en competencias deportivas, especialmente a aquellos que protagonizaron carreras muy renombradas, que fueron inmortalizadas en corridos, los cuales narran no solo la carrera en sí, sino también el entorno social, económico y hasta político, previo a la carrera, como; la de El Moro de Cumpas, Caballo Alazán Lucero, El Cantador, El Moro y el Melón, El Bayo Cara Blanca, El Alazán y El Rosillo, entre otros.
La mayoría de estos caballos son de los que cotidianamente se usan en las labores del campo, de los cuales son seleccionados aquellos a los que se les descubre una capacidad especial para correr en “las parejeras” de los tastes.
Pero han existido casos de ejemplares que cuentan con el antecedente de ser descendiente de “pura sangre”. Tal era el Alazán que corrió con el Rosillo, en San Benito, poblado enclavado en la sierra de Mocorito, al que también se le adjudicaba cierto ascendente de raza fina, o El Dorado, inmortalizado en un corrido de Paulino Vargas.
Crescencio Montoya Cortez, compositor del corrido
La carrera que protagonizaron el Moro y La Mora, fue una de las carreras más comentada y esperada por propios y extraños. Se “amarró” con mucha anticipación, se dice que, desde diciembre de 1993, y se programó para el día de San Pedro y San Pablo, el 29 de junio de 1994, (año del magnicidio del excandidato presidencial Luis Donaldo Colosio) y fue pactada a 300 metros.
La yegua conocida como La Mora, venía de La Florida, mientras que, del Moro, se desconocía su procedencia. Llegada la fecha de la carrera, el pueblo de Alhuey, del municipio de Angostura, quedó chico, para atender a tanta gente de la región y hasta del extranjero que se dio cita dentro y fuera del taste, “Aras, del Évora”.
La asistencia fue de 9163 gentes con boleto pagado, más entradas de cortesía, que, para presenciar la carrera, hicieron filas desde la una de la tarde, siendo que las taquillas se abrieron a partir de las tres pm., mientras escuchaban las alegres piezas tocadas por la tambora sinaloense, lo cual animaba aún más a los asistentes a esta fiesta popular.
Las fiestas patronales de San Pedro y San Pablo, en el antiguo pueblo de Alhuey, municipio de Angostura, Sinaloa, fue el escenario donde se desarrolló la carrera de caballos más afamada de la historia reciente, que, se perfila a ser de las más recordadas y reconocidas.
Cabe mencionar que la carrera fue transmitida por canal 12 de Telemax y narrada por Jesús Gerardo y Crescencio Montoya, este último, después de la carrera, compuso el ahora famoso corrido de El Moro y La Mora, que ha sido interpretado por muchos artistas, como Los Hijos de Barrón, La Innovadora Banda Lluvia, teniendo mucho éxito con la agrupación Miguel y Miguel, dándola a conocer por todo Sinaloa, e incluso a nivel internacional.
la fortuna a las patas de un caballo
Tal y como lo dice el corrido, fueron muchas las fortunas, las que cambiaron de mano, en esa carrera afamada, ya que, a las patas de aquellos caballos, se apostaron miles de dólares, ranchos, ganado y cosechas que aún estaban en pie. Crescencio Montoya, compositor del corrido, en entrevista concedida al historiador Teodoso Navidad Salazar, comentó que, la yegua pudo haber ganado la carrera, pero al jinete de origen estadounidense, le faltó habilidad, y no supo aprovechar esos segundos en que El Moro, tuvo ese “trastabilló”, que casi lo llevó al suelo, porque hay que aclarar, que El Moro, se “hociqueó al arrancar”. Se sabe de buena fuente, que los jinetes o “Jockeys”, obtuvieron $ 50,000 de los billetes verdes norteamericanos, por montar a tan nobles ejemplares equinos.
Se comenta que La Mora, tenía todo para ganar, pero su jinete se confió, y el corredor del Moro, aprovechó en todo momento la confusión, se apoyó en las capacidades de su caballo, y este respondió; Aquellas fracciones de segundos perdidos fueron clave y combinando caballo y astucia del corredor, para el triunfo; de manera que, El Moro no sólo se emparejó a la yegua, sino que se fue adelantando poco a poco, después de los 150 metros, mientras que La Mora, continuó con la velocidad con la que arrancó, de tal suerte que ya ni el polvo le vio al Moro.
Esta carrera a diferencia de muchas otras, donde se perfila a un favorito, contaba con apoyadores prácticamente iguales para ambos contendientes equinos. Hay que reconocer que estaba compartida la simpatía por ambos animales, pues tenían estampa preciosa; como se sabe, señala Crescencio Montoya, el también escritor, maestro e investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. En esta competición, se sabe de la calidad de los animales, que eran “cuarto de milla”, sangre pura, hijos de campeón de campeones y qué decir de la asistencia al evento, no ha habido en todo México, quien la haya superado, durante tres años consecutivos, La Mora, había sido campeona en toda la República Mexicana, eso lo había dejado bien claro, nada menos que en el Hipódromo de La Américas, en la ciudad de México.
En cuanto al Moro, pocos sabían su procedencia; algunos señalan que venía de la Unión Americana. La verdad es que todo fue especulación hasta que el tiempo, puso a cada quien, en su lugar, señaló Montoya Cortez, compositor del corrido, del que se han vendido miles de copias, interpretado por bandas, solistas, grupos norteños, y mariachis.
Benjamín Cázares Inzunza
Como dato interesante, el propietario del “Taste Aras del Évora”, en ese entonces era el Ingeniero Benjamín Cázarez Inzunza, uno de los colaboradores más cercanos de Francisco Labastida Ochoa, cuando este fue Gobernador de Sinaloa, quien de viva voz dijo, que la carrera la estableció en mayo de 1994 y el 29 de junio del mismo año se efectuó la misma, estando como gobernador Renato Vega Alvarado, que en paz descanse, pero no tuvo que ver nada con este evento.
Cázarez Inzunza, debido a este gran espectáculo, fue invitado a realizar un recorrido por 10 ciudades de diferentes estados de la República Mexicana para que narrara los acontecimientos antes señalados del Moro y la Mora “La mejor carrera de caballos registrada hasta el momento en los anales de la historia”.