Semana Santa en México: Entre la tradición religiosa y las vacaciones en la playa
* Mientras la representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa conserva su profundo arraigo católico, atrayendo a un millón de personas, la Semana Santa se ha transformado para muchos en una temporada de turismo en balnearios, alejándose de su carácter de “días de guardar”
Por Fernando Olivas Ortiz
La Semana Santa, históricamente considerada en México como “días de guardar” dedicados a la reflexión sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, ha experimentado una transformación cultural en las últimas décadas. Desde finales del siglo XX, para muchos mexicanos, estos días se han convertido en sinónimo de vacaciones en playas y balnearios, dejando en segundo plano la religiosidad que marcaba esta celebración católica. Sin embargo, en lugares como la alcaldía Iztapalapa, en la Ciudad de México, la tradición religiosa sigue vigente con una de las representaciones más emblemáticas del país, que reúne a un millón de personas, especialmente el Viernes Santo.
En Iztapalapa, la representación de la Pasión de Cristo, que este 2025 cumplirá **189 años**, es un pilar de identidad cultural y espiritual. Organizada por los siete pueblos tradicionales de la alcaldía, esta escenificación involucra a actores locales que, con devoción, recrean los pasajes bíblicos desde la Última Cena hasta la crucifixión. El evento, reconocido a nivel nacional e internacional, transforma las calles de Iztapalapa en un escenario vivo donde la fe católica se entrelaza con la memoria colectiva. Según datos oficiales, en 2024 asistieron cerca de **1.5 millones de personas**, y para 2025 se espera una afluencia similar, con el Viernes Santo como el día culminante, cuando miles acompañan el recorrido del Vía Crucis hacia el Cerro de la Estrella.
Esta tradición contrasta con el auge del turismo durante la Semana Santa. Desde los años 90, destinos como Acapulco, Cancún, Puerto Vallarta y Mazatlán se han consolidado como favoritos para millones de vacacionistas. En 2024, la Secretaría de Turismo reportó que los destinos de playa alcanzaron ocupaciones hoteleras superiores al 85% durante esta temporada, con un derrame económico estimado en **20 mil millones de pesos**. Para 2025, se prevé un incremento del 5% en el flujo turístico, impulsado por la recuperación de destinos como Acapulco tras el huracán Otis. Este fenómeno refleja un cambio cultural: para muchas familias, la Semana Santa es una oportunidad de descanso y recreación, más que de introspección religiosa.
El contraste entre ambas realidades reaviva el debate sobre la pérdida de la religiosidad. Mientras en Iztapalapa los habitantes preparan durante meses esta representación, respetando los rituales católicos y fortaleciendo el sentido comunitario, en otras partes del país la Semana Santa se asocia más con el ocio que con la fe. Expertos en antropología, como los citados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), señalan que este cambio responde a la secularización y al crecimiento del turismo como motor económico, aunque destacan que tradiciones como la de Iztapalapa demuestran la vigencia de la fe en comunidades con fuerte arraigo cultural.