El periodismo: ¿oficio o profesión?
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* La formación académica, señalan, no solo dota a los periodistas de herramientas teóricas —como el manejo de fuentes, la ética periodística y el análisis crítico

* Los empíricos ofrecen una sensibilidad única, un conocimiento práctico profundo y una agilidad que solo se adquiere con el tiempo. Esta diversidad de enfoques y trayectorias fortalece la esencia misma del periodismo

Por Fernando Olivas Ortiz

Nezahualcóyotl, Edomex. – El debate sobre si el periodismo debe considerarse un oficio que se perfecciona con la práctica o una profesión que demanda una formación académica rigurosa sigue siendo un tema de discusión apasionante y sin resolución definitiva. Esta controversia, lejos de debilitar la identidad del periodismo, pone de manifiesto su carácter multifacético y su capacidad para adaptarse a diferentes contextos y realidades.

Por un lado, quienes defienden la idea de que el periodismo es una profesión argumentan que un título universitario es un pilar esencial para ejercer esta actividad con la seriedad y el compromiso que exige. La formación académica, señalan, no solo dota a los periodistas de herramientas teóricas —como el manejo de fuentes, la ética periodística y el análisis crítico— sino que también les proporciona habilidades técnicas imprescindibles en un mundo donde la tecnología y los formatos digitales evolucionan constantemente. Las aulas, en este sentido, se convierten en un espacio para aprender a estructurar la información, investigar a fondo y comunicar con precisión, aspectos que muchos consideran fundamentales para garantizar la calidad y la credibilidad del trabajo periodístico.


Sin embargo, la historia y la práctica cotidiana desafían esta visión al demostrar que el empirismo tiene un peso igualmente significativo en este campo. Numerosos periodistas y reporteros, sin haber pisado una universidad, han dejado una huella imborrable en la profesión gracias a su talento innato, su olfato para la noticia y la experiencia acumulada a lo largo de los años. Estos profesionales, forjados en las redacciones, las calles y los acontecimientos del día a día, han mostrado que la capacidad de narrar historias con impacto, de conectar con las audiencias y de sortear las dificultades del oficio no siempre depende de un diploma. Para ellos, el periodismo es un arte que se aprende en el terreno, enfrentando plazos realistas, entrevistando a fuentes diversas y adaptándose a las circunstancias con una mezcla de intuición y destreza práctica.

Esta dualidad entre lo académico y lo empírico no solo refleja la complejidad del periodismo, sino también su riqueza. Lejos de ser una debilidad, la coexistencia de ambos enfoques enriquece la disciplina al permitir que se nutra de perspectivas complementarias. Los periodistas con formación académica aportan un marco conceptual sólido y una visión estructurada, mientras que los empíricos ofrecen una sensibilidad única, un conocimiento práctico profundo y una agilidad que solo se adquiere con el tiempo. Esta diversidad de enfoques y trayectorias fortalece la esencia misma del periodismo, convirtiéndolo en un campo dinámico donde la teoría y la práctica se entrelazan constantemente.

Fernando Olivas y Carlos Domínguez 

En última instancia, tal vez la pregunta sobre si el periodismo es un oficio o una profesión no necesite una respuesta definitiva. Quizá su verdadera fuerza radique en esa ambigüedad, en su capacidad para ser ambas cosas a la vez: un oficio que se pule con la experiencia y una profesión que se enriquece con el estudio. Lo cierto es que, independientemente del camino que sigan sus practicantes, el periodismo seguirá siendo un pilar clave de las sociedades democráticas, un puente entre los hechos y las personas, y un reflejo de la incansable búsqueda de la verdad.


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