¿Qué te parecen estas botitas que tejí en crochet?
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EL ZAPATITO. CUENTO MODERNO

                        

Marissa Llergo *    La abuela se puso muy triste. Ella había elaborado esos zapatitos con tanto cariño!

La abuela los tejió con mucho amor. Eligió con cuidado los materiales, el modelo a seguir, las proporciones, el color.

Mientras lo elaboraba, imaginaba con cariño como se le verían al pequeño. Casi podía verlo corriendo por ahí, con los pies calientitos y la sonrisa a flor de piel. Tropezando y acabándose el par de zapatitos, como se supone que es su destino.

Pero, tristemente, nunca llegaron a cumplir esta tarea, que era cubrir y proteger ese par de piececitos en desarrollo.

Sucedieron muchas aventuras y desventuras, que se atravesaron en el camino de encuentro entre los zapatitos y aquellos pies para quienes estaban destinados.

Primeramente, dentro de una linda bolsa de papel estampado, viajaron en el auto de papá, para llegar a su destino.

Mamá sacó el par de la bolsa, y con su acostumbrada franqueza, le llamó a la abuela para decirle que no le gustaban, que le agradecía el detalle pero que no pensaba ponérselos al niño.

– Está bien, no te preocupes. – Respondió la abuela. – Solo te pido que me los envíes de regreso, para destinarlos a alguien más.

Aunque no lo externó, la  abuela se puso muy triste. Ella había elaborado esos zapatitos con tanto cariño! Pero si no le gustaban, ni remedio…

El papá subió los zapatitos a su auto, y luego olvidó que estaban allí y que debía devolverlos a la abuela.

Los primeros días se mantuvieron dentro de la bolsa, pero a medida que el carro aceleraba, frenaba y se movía por la ciudad, a medida que los días iban pasando, aquel par salió volando de la bolsa y rodaron en diferentes direcciones.

Ambos zapatitos se pusieron muy tristes, pues al haber rodado en diferentes direcciones, quedaron separados y ni siquiera podían verse.

Y durante tres meses, siguieron rodando dentro del auto. Desafortunadamente, nunca se movieron lo suficiente como  para volver a estar juntos.

¡Se extrañaban mucho! Habían sido creados para estar juntos, desgastándose con los pasos y el corretear  de un pequeño. Y en lugar de eso, ahora se encontraban perdidos, separados y olvidados en las partes menos visibles de un auto.

¿Será posible que lo que en un principio parecía un destino claro y definido, por circunstancias ajenas se hubiese alejado tanto del plan original?

¿Cuál será, entonces, nuestra misión, si no es aquella para la que fuimos creados? – Se preguntaban tristemente y por su lado, ambos zapatitos.

Un día, papá subió al perro de la casa para llevarlo a la Peluquería, bañar, corte de uñas y todo lo que necesita un perro,  cada cierto tiempo para mantenerse bien y bonito.

El travieso perrito, durante el trayecto, se puso a husmear entre los asientos del auto, y encontró uno de los zapatitos.

Estirando las patas y no sin esfuerzo, logró sacarlo de su involuntario escondite, y entusiasmado, jugó con el durante el camino, hasta convertirlo en un rasgón irreconocible de caucho y estambre.

El otro zapatito se replegó aún más en su escondite, temblando de pensar en caer en las garras del perrito y convertirse también en una masa informe.

Le dolía la pérdida de su gemelo, pero también pensaba que era mejor destino convertirse en juguete de mascota, que vivir  olvidado entre los fierros, debajo del asiento del auto.

Un día, la abuela volvió a preguntar por aquellos zapatitos. Entonces, se enteró que mamá los había enviado de regreso con papá, y que papá los había olvidado dentro del auto.

Inmediatamente, papá y mamá se pusieron a buscar en cada rincón del interior del carro, pero solo encontraron uno.

Ahora sí, apenados por no poder regresar el par completo, pero a insistencia de la abuela, le entregaron el único zapatito sobreviviente.

Como tenía la duda, pues tal vez su trabajo no era tan bonito como ella creía o quería verlo, aprovechó que ahora las redes sociales permiten que muchas, muchas personas puedan conocer de ti, de tu trabajo, de tus creaciones.

Así que sacó una foto con el zapatito en su mano, con la siguiente pregunta:

¿Qué te parecen estas botitas que tejí en crochet?

Jamás mencionó que solo quedaba uno. Todo el mundo virtual pensó que existía el par completo. Los comentarios fluyeron:

– ¡Te quedaron hermosos!

– ¡Qué ternura!

– ¡Qué bonita labor!

– ¡Yo quiero unos para mi bebé!

– ¿Me explicas cómo hacer unos así?

Entonces, la abuela tomó el desolado y solitario zapatito entre sus manos, lo besó con ternura y le dijo:

“No te entristezcas. Viviste un sinfín de aventuras en estos tres meses. Y ahora que estás de regreso conmigo, tendrás un lugar muy importante en mi mesa de trabajo. ¡Serás el modelo para los siguientes pares!”

Y allí tomó su lugar, nuevamente con importantes razones para existir, orgulloso de su lugar especial en la mesa de labores de la abuela.

Y sirvió, como modelo, para hacer muchos otros pares de zapatitos.

Fin.

EL ZAPATITO. CUENTO MODERNO- Marissa Llergo Escritora y poeta

Del grupo permanente de editores. México DF

4/4/2021

 


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